jueves, 17 de septiembre de 2009

A las afueras del pueblo

Aguas claras es un corregimiento del municipio de El Carmen de Viboral que ha sufrido los procesos de desarrollo o supuesta globalización con su vía pavimentada, el constante movimiento vehicular, las nuevas piscinas, las numerosas viviendas de citadinos que vienen en búsqueda de tranquilidad… pero aún se conserva, en este rincón de campo, el ambiente campesino y cálido de la mayoría de tierras rurales carmelitanas, que son inundadas de buenos recursos naturales para el uso de cualquier ama de casa, agricultor o ganadero de la misma zona o de lugares aledaños.

Una tarde soleada de un día en semana, alejándose de la vía pavimentada y entrándose más en las carreteras destapadas y los desvíos que comunican muchas de las fincas del corregimiento, cualquier caminante puede encontrarse con historias contadas por el amable anciano que sonríe, el niño que juega con sus carritos, la señora que organiza su casa; personajes que no tienen reparo en recibir con una sonrisa a algún forastero deseoso de conocer y disfrutar del ambiente de sosiego y familiaridad que se genera allí.

En medio de árboles y carreteras empedradas, luego de una larga caminata, se escuchan (además del canto de los pájaros y el transcurso de alguna fuente de agua cercana) ciertos gritos cariñosos o saludos de hermandad entre vecinos, que han encontrado en la proyección de la voz la manera perfecta para comunicarse con los de la finca del frente o la de más arribita.

Allí habitan campesinos que se sienten contentos viviendo en sus fincas y trabajando en los arados de su propiedad… conservando unas tierras que muchas veces ni utilizan del todo y que los límites parecen difusos, pero entre más amplio es el terreno más tranquilidad tiene el propietario porque sabe que dispone de recursos para momentos de crisis o para proyectos a futuro, y se sienten bien diciendo “mi finquita va hasta allá” señalando una demarcación que difícilmente puede verse en totalidad.

Este lugar es inundado de panorama verde, de algunos cultivos (para el consumo propio y venta de productos en la zona urbana) y de rostros amables, pero siguen siendo zonas de poca concurrencia, sólo los mismos habitantes de este corregimiento transitan a estas horas de la tarde por el interior de la zona. Aunque confiesan que en días festivos si se ve más gente por las carreteras.

No es de negar que el fuerte movimiento en este corregimiento, sobre todo cerca a la vía pavimentada que conduce a Rionegro y a la Ceja, ha producido un cambio en la mentalidad de algunas personas que ahora encuentran otros modos de ganarse “la plática” más allá de la producción agrícola, pues han buscado otros trabajos a los que pueden acceder por la fácil movilidad en la vía.

Son diversas las historias en los lugares alejados de la zona urbana del pueblo, pero no puede hablarse de una subsistencia separada del resto del municipio; es cierto que estas historias se reproducen en medio de campesinos, montes, animales y cultivos, pero las historias no se quedan sólo allí, lo que se hace (producción agrícola, floricultivos) comunica lo rural con lo urbano.

Siempre habrá una comunicación entre estas dos zonas, sólo que a veces poco se piensa en el papel de estos trabajadores campesinos que dan una estabilidad al consumo humano de los habitantes del municipio, y, al mismo tiempo, los habitantes del pueblo inmersos en otras labores, aportan a la economía de los sembradores y productores agrícolas.

Relaciones estrechas e innegables, pero que a veces se olvidan. Sólo cuando alguien visita estas zonas y se detiene a reflexionar en torno a lo que se vive allí… estas zonas campestres se sacan de la lejanía y pasan a verse como necesarias para el desarrollo local.