Nakí Bailarín:
“Quiero que mi música toque corazones”
“Quiero que mi música toque corazones”
El encuentro se llevó a cabo en su estudio de grabación: La Zona Pro, en El Poblado. Lugar donde pasa los días como asesora vocal, definiendo el estilo de personajes que quieren entrar al mundo artístico y, por supuesto, grabando sus nuevas melodías y canciones. El encuentro se dio unos días después de que Nakí llegó de Bogotá, donde cantó en el marco del Festival Iberoamericano de Teatro.
Hablar de Nakí significa mencionar una mezcla de raíces indígenas con un poco de sonidos de la ciudad, pero usted ¿Cómo define su identidad musical?
Mi identidad la defino también como una fusión (así como la veo en la música) de ese mestizaje especial que recibí de cada una de las etnias que componen nuestra América. Nakí es esa bella fusión de piel, de raza, de sangre, de alegría, de lo afro, del misticismo y el corazón de los indígenas que aman la naturaleza, y también de lo urbano, lo blanco, el ruido de la ciudad. Es una hermosa mezcla y de cada una recibo algo especial.
¿Existe un lazo directo con la cultura Embera Katio, con esas raíces que en parte te componen?
El único lazo es mi mamá, es lo que veo de ella y también lo que recibí y que no conocí. Cuando yo tenía 15 años yo me pintaba la cara, no sabía que los Embera se pintaban, ni siquiera sabía que era Embera; entonces es una conexión que ya venía en la sangre, yo me sentía conectada con mis raíces y le preguntaba siempre a mi mamá quienes eran mis abuelos y de dónde veníamos, pero había muchas cosas que ella misma desconocía.
Cuando estaba en la Organización Indígena de Antioquia sí supe propiamente a qué etnia pertenecía y tuve muchas ganas de ir a la comunidad (todavía las conservo), pero el acceso era restringido porque había violencia. Hasta el momento no hay contacto directo con la comunidad, no se tiene el lazo familiar como debería ser, aunque hace poco mi mamá estuvo en una comunidad cercana y tuvo conocimiento de la supuesta abuela: Ana Bailarín, pero ella está muy enferma y no han podido verla.
¿Cómo asumías, entonces, lo del maquillaje de la cara si dices que en ese momento no sabías de tus raíces?
Ese asunto era muy mágico, porque cuando yo estaba triste y quería sentirme bien, yo empezaba a maquillar mi rostro y encontraba en eso tranquilidad, alegría; luego cuando pude investigar sobre mis raíces y me di cuenta que los Embera se maquillaban para sentir la conexión con lo espiritual, cuando están contentos y quieren conectarse con la tierra y la belleza. Era como un asunto incorporado, yo no tenía consciencia de ello pero lo hacía y encontraba bienestar en ello.
En una de tus canciones, Princesa Embera, se alude a la huida de una joven noble y guerrera. ¿Tiene esto algo que ver con tu historia y con el hecho de que no pudiste absorber la herencia cultural?
Sí, mi mamá se fue de la comunidad a los siete años, ella es hija de Ana Bailarín, indígena Embera Katio, y mi abuelo era Capunia (no indígena) él tenía raíz española. Mi mamá se fue de la comunidad porque la abuela le pegaba con machete (un día se le voltio el machete y en la tibia tiene su cicatriz), ella se fue viniendo hacia Medellín, sin saber dónde iba a parar y le tocó sufrir mucho por ser indígena, mujer y pequeña.
El abuelo no dejaba que mi mamá absorbiera nada de sus raíces, entonces mi mamá se sabe solamente tres palabras y a nosotros sólo nos comunicó eso. Yo le preguntaba pero no había mucho que decir, por eso no pude absorber mi herencia cultural.
El mundo artístico de Nakí se inicia desde la infancia. ¿Cómo fue que te dejaste tocar por la música?
Yo sabía desde niñita que iba a ser lo mío. Yo bailaba para los vecinos y me decían que era tremenda artista, me ganaba los concursos de baile y en el colegio manifesté mi interés por la música, tenía buen ritmo y tocaba la clave en la tuna. Luego mi profesora de artes me vio capacidad para cantar y me fue metiendo en los concursos de canto relacionados con la música colombiana. Entonces todo me encaminó, ese era mi mundo, desde pequeña lo supe y fui creciendo y mejorando con la formación académica y la experiencia.
¿Cómo fue ese proceso de intervención y evolución musical en el que definiste tu estilo?
Yo sólo tenía claro que quería cantar. Para que se fuera moldeando Nakí sí hubo intervención de mi productor, Sergio Giraldo, y del encuentro con mis raíces, todo me fue aportando sumando, además, a mi personalidad. Desde que comencé a escribir siempre tuve ese compromiso de querer hacer una canción y aportar a la sociedad cosas buenas, que todo estuviera enfocado a la construcción de tejido humano. Todo ha intervenido, personas principalmente que quisieron que diera lo mejor de mí en escena.
Hablemos un poco del proceso de creación de las letras que son reflejo de diversos sentimientos. ¿A qué le canta Nakí, de dónde salen sus letras?
No, ellas me buscan a mí. Primero me imagino la música, soy muy musical, entonces parto de una tonada que le expongo a mi productor, él me da la armonía y con base en eso hago la canción. Tengo la melodía y es como si ella buscara dentro de mí el tema, por ejemplo con la canción Negra, la melodía fue la que me trajo temas como la esperanza, la fidelidad en la pareja, el amor.
Es un proceso mágico, no lo busco, lo que sí quiero reflejar es valores y personas, la melodía me surge y a partir de ahí es como si la letra viniera solita, me buscara y me dijera: vea escriba esto. Eso es lo que me sucede.
¿Cuál es su canción más sentida, la que más la refleja?
De mi música… todas tienen algo de mí, y reflejan cosas positivas y negativas. No podría hablar de una en especial, todas reflejan mis estados y sentimientos.
¿Qué significa la música como proyecto de vida de Nakí? ¿Qué le hace sentir?
Ya es un hecho de vida, en algún momento fue un proyecto. Yo pienso que tengo un don que Dios me dio y que lo debo compartir, entregar lo mejor a las personas, desde la música, el mensaje, la escena. Me gusta prepararme y cantar con el alma, siempre he sentido esa conexión con el corazón, con las personas y con la música en sí, que desde niña me motivaba, me levantaba el espíritu. Eso me ayudó a hacer lo que hago hoy con Nakí, llevarlo a ser un hecho de vida que les aporte para bien a las personas.
¿Y cómo piensas que puedes aportarle a las personas, desde tu música?
Lo que pretendo inicialmente es que bailen, se rían, se la sollen, que si no le quieren prestar atención a la letra no lo hagan pero disfrútela como pueda, esa es la idea. También es importante que se lleven algo bueno para su vida, que la recuerden, que les dé ganas de bailar o sacar la tristeza, que si en ese momento le pasó algo bueno en su vida haya estado mi música ahí. Es nada más eso, que mi música pueda dejar huella porque si toca el corazón también va a tocar la consciencia.
¿Qué le produce estar en el escenario y ver como se recibe su propuesta?
El mensaje solito les llega, yo me dispongo a entregarles una voz que los acaricie, les toque el alma, desde que parto con la primera nota ya la gente abre sus oídos. La gente lo disfruta y es cuando siento que todo mi proyecto de vida me genera conmoción, me conmueve ver que mi intención da frutos de muchas maneras.
Hablemos del himno mundial del Festival de la Tierra, su canción Madre tierra. ¿Qué le produce saber que en más de 40 países se escuchó su voz y sus letras?
Lo más importante es ayudar a que la gente tome conciencia del daño que le hacemos al planeta, ese es el éxito de la canción, la reflexión de que hay que cambiar la actitud, “Perdóname madre tierra por el daño que te he hecho” esto ha tocado muchos corazones. Cuando la comencé a componer miré al cielo y ese día estaba lloviendo y precisamente lluvia es la primera palabra de la canción, el mensaje llega solito a mí y luego de que toca mi corazón llega a otros corazones.
¿Qué representa el nombramiento de Guardiana de la Tierra?
Pues esa palabra es bien grande, desde mi espacio trato siempre de cuidar el ambiente, con el reciclaje, el cuidado del agua, el ahorro de la luz, preferiría no usar cosas de cuero, no contaminar el ambiente de ninguna manera. También intento difundir el mensaje entre mis amigos y cercanos y es una especie de ayuda para el cuidado de la tierra, para intentar guardarla.
Hablas de llevar la bandera al mundo con tu propuesta musical. ¿Por qué asumiste ese papel de ser un referente de la cultura nacional?
Porque amo a Colombia, amo a mi país, su belleza y tesoro, a la gente, la gastronomía, el paisaje, la cultura… y porque quiero llevar el mensaje de la real y superior belleza de nuestro país lejos de otros asuntos por los que se reconoce. Quiero que el país brille por su gente, por la diversidad, la riqueza que alberga.
¿Cómo fue la selección de canciones para el disco Que bonito. Se quedaron muchas por fuera?
El CD tiene 12 temas y la selección fue fácil, primero tenía 9 canciones completas y después fuimos sumando las otras tres, entre ellos Madre Tierra. La verdad, sí hay muchos melodías que están en proceso de intervención, igual hay algunas letras que guardo todavía, que prefiero no mostrar, porque soy tímida y a veces siento que es algo muy mío que está en proceso de mejora.
¿El disco ya está disponible?
Sí, mi producción discográfica ya está disponible en las disco tiendas del país y a través de Itunes y Amazon también se puede acceder al material discográfico que está hecho con el corazón.