domingo, 23 de junio de 2013

Renacer: insistir en la tradición.

Toda mi vida he estado al lado de la cerámica. Vivo de un arte hermoso y muy digno.
Nelson Zuluaga – fundador y gerente de Cerámicas Renacer.

No es fortuito, para el hijo de un artesano, que sus sueños de vida coincidan con una práctica cultural que ha sostenido su familia. Se llega a ser heredero de una historia ligada a la tradición ceramista, sin dificultades, cuando la infancia se mueve entre el oficio del padre y la belleza que evoca la loza decorada a mano en el mismo lugar donde uno vive.
Nelson Zuluaga es evidencia de ello: creció rodeado de arcilla, moldes, tornos, pinceles, esponjas y pequeños hornos; así como de vecinos, familiares y conocidos que constantemente tenían parte de su piel oculta por polvo blanco y sus ropajes manchados, como resultado de la manipulación del barro y la pintura.
Cuando era estudiante, su padre  ̶̶ que trabajaba por esos días en La Continental ̶̶  le enseñó la técnica para hacer los estuches o cajas refractarias donde se guardaba la loza. Había aprendido muy bien la técnica, le habían dado muy buenos consejos para hacerlos a la perfección y le rendía bastante; así que sus vacaciones eran dedicadas a surtir talleres y fábricas que requerían de estos productos.
Siendo estudiante todavía, pasó a trabajar en horarios nocturnos a cerámicas El Progreso y, junto al señor Samuel Pareja, aprendió a decorar a mano las vajillas que allí se producían.
Más adelante, Nelson ingresó a reforzar el equipo de fútbol de La Continental, dado que gozaba de reconocimiento deportivo a nivel local. Fue ésta la puerta de entrada para ingresar a trabajar a la “gran fábrica de cerámica” como operario y, posteriormente, como supervisor de la sección de tornos.
La historia de La Continental está ligada al éxito desbordado de la producción y venta de vajillas de El Carmen de Viboral, fue una empresa que llegó a tener en sus instalaciones más de 500 empleados dedicados a este oficio y se convirtió en un medio de subsistencia importante para los habitantes urbanos de esta localidad antioqueña. Allí trabajó Nelson durante catorce años, hasta que en 1997 La Continental cerró sus puertas debiendo varios meses de salario a todos sus trabajadores.

De trabajador a empresario
Y “como la muerte de unos es el nacimiento de otros”, Nelson, que sabía que la cerámica de El Carmen de Viboral aún tenía mucho por dar y que no se trataba de la producción de loza sino del valor de ésta decorada a mano, emprende un camino por resaltar las diferentes pintas cerámicas (decoraciones) que daban la cara por la tradición local.
De esta manera, se compró una “casita vieja” donde anteriormente se fabricaban plafones; la idea era reutilizar estas instalaciones (acompañado de tres trabajadores más) y montar un taller dedicado a la “reposición de vajillas” de todas las pintas que se vendían en La Continental.
“Habían muchas decoraciones bonitas y en los hogares colombianos abundaban las vajillas de El Carmen, entonces yo pensé que con esto podríamos sostenernos nosotros: haciendo reposiciones, decoraciones de algunas piececitas que le hacen falta a los visitantes, piezas que se les han quebrado, dañado o en fin. Me di cuenta que eso era mentira, uno lo piensa y cuando está vendiendo… la gente empieza a pedir y pedir más cosas, ‘yo quiero el aguamanil, yo quiero un servilletero’; el negocio se crece y uno ni se da cuenta”.
El proceso para adaptar la “casita” a las necesidades básicas de aquel entonces se demoró alrededor de doce meses. Sin embargo, Nelson empezó a visionar el negocio y quiso ampliar las instalaciones (construyó un segundo piso y luego un tercero), quiso contar con un mayor número de trabajadores (actualmente genera treinta y un empleos) y mostrarse como una empresa de cerámica carmelitana con productos de excelente calidad. Entonces recurrió a créditos, préstamos familiares y tocó las puertas de grandes locerías colombianas para acceder a pasta y esmalte óptimo y a buenos precios.
En todo este proceso, un empujón temprano para la empresa naciente fue el pedido que les hicieron para fabricar unos complementos de la vajilla Gourmet, donde Corona hacía las vajillas y Renacer algunos juegos para mesa y demás.
Con el avance del negocio, los pedidos en incremento y la credibilidad que estaba logrando este gestor de la cerámica, mejoraron las condiciones laborales de sus empleados, la empresa y el espacio físico como tal. De nuevo, la tradición ceramista se impulsa con fuerza al mismo tiempo que se renueva y se habla de una identidad en El Carmen de Viboral.
Durante los últimos años en Renacer se ha hecho una apuesta por la innovación. Es así como actualmente Hortensia, Enredadera, Solitaria, Florelba tupida roja y Anturios hacen parte del catálogo de pintas que se trazan sobre las piezas en bizcocho. Además, se cuenta con nuevos productos cerámicos que incluyen botellas de agua, gallina para guardar los huevos, condimenteros, regaderas, entre otros.
Renacer se ha mantenido por la insistencia de su fundador, por la necedad de un ceramista que creyó ver más en este oficio, que no se dejó amedrentar por el constante cierre de fábricas y talleres familiares, ni por la idea generalizada de una tradición en decadencia. Su familia no tuvo más remedio que apoyar e impulsar esta convicción, esas ganas de permanecer en una historia que lo unía al barro, a la decoración de vajillas, al oficio que vivió y le ensenó su padre.

Producción y redacción: Marisol Gómez Castaño
Artículo para: www.ceramicasrenacer.com