Toda mi vida he
estado al lado de la cerámica. Vivo de un arte hermoso y muy digno.
Nelson Zuluaga –
fundador y gerente de Cerámicas Renacer.
No es fortuito, para el hijo de un artesano,
que sus sueños de vida coincidan con una práctica cultural que ha sostenido su
familia. Se llega a ser heredero de una historia ligada a la tradición
ceramista, sin dificultades, cuando la infancia se mueve entre el oficio del
padre y la belleza que evoca la loza decorada a mano en el mismo lugar donde
uno vive.
Nelson Zuluaga es evidencia de ello: creció
rodeado de arcilla, moldes, tornos, pinceles, esponjas y pequeños hornos; así
como de vecinos, familiares y conocidos que constantemente tenían parte de su piel
oculta por polvo blanco y sus ropajes manchados, como resultado de la
manipulación del barro y la pintura.
Cuando era estudiante, su padre ̶̶ que trabajaba por esos días en La
Continental ̶̶ le enseñó la técnica para
hacer los estuches o cajas refractarias donde se guardaba la loza. Había
aprendido muy bien la técnica, le habían dado muy buenos consejos para hacerlos
a la perfección y le rendía bastante; así que sus vacaciones eran dedicadas a
surtir talleres y fábricas que requerían de estos productos.
Siendo estudiante todavía, pasó a trabajar en
horarios nocturnos a cerámicas El Progreso y, junto al señor Samuel Pareja, aprendió
a decorar a mano las vajillas que allí se producían.
Más adelante, Nelson ingresó a reforzar el
equipo de fútbol de La Continental, dado que gozaba de reconocimiento deportivo
a nivel local. Fue ésta la puerta de entrada para ingresar a trabajar a la “gran
fábrica de cerámica” como operario y, posteriormente, como supervisor de la
sección de tornos.
La historia de La Continental está ligada al
éxito desbordado de la producción y venta de vajillas de El Carmen de Viboral,
fue una empresa que llegó a tener en sus instalaciones más de 500 empleados
dedicados a este oficio y se convirtió en un medio de subsistencia importante
para los habitantes urbanos de esta localidad antioqueña. Allí trabajó Nelson
durante catorce años, hasta que en 1997 La Continental cerró sus puertas
debiendo varios meses de salario a todos sus trabajadores.
De
trabajador a empresario
Y “como la muerte de unos es el nacimiento de
otros”, Nelson, que sabía que la cerámica de El Carmen de Viboral aún tenía
mucho por dar y que no se trataba de la producción de loza sino del valor de ésta
decorada a mano, emprende un camino por resaltar las diferentes pintas
cerámicas (decoraciones) que daban la cara por la tradición local.
De esta manera, se compró una “casita vieja”
donde anteriormente se fabricaban plafones; la idea era reutilizar estas
instalaciones (acompañado de tres trabajadores más) y montar un taller dedicado
a la “reposición de vajillas” de todas las pintas que se vendían en La
Continental.
“Habían muchas decoraciones bonitas y en los
hogares colombianos abundaban las vajillas de El Carmen, entonces yo pensé que
con esto podríamos sostenernos nosotros: haciendo reposiciones, decoraciones de
algunas piececitas que le hacen falta a los visitantes, piezas que se les han
quebrado, dañado o en fin. Me di cuenta que eso era mentira, uno lo piensa y
cuando está vendiendo… la gente empieza a pedir y pedir más cosas, ‘yo quiero
el aguamanil, yo quiero un servilletero’; el negocio se crece y uno ni se da
cuenta”.
El proceso para adaptar la “casita” a las
necesidades básicas de aquel entonces se demoró alrededor de doce meses. Sin embargo,
Nelson empezó a visionar el negocio y quiso ampliar las instalaciones
(construyó un segundo piso y luego un tercero), quiso contar con un mayor
número de trabajadores (actualmente genera treinta y un empleos) y mostrarse
como una empresa de cerámica carmelitana con productos de excelente calidad. Entonces
recurrió a créditos, préstamos familiares y tocó las puertas de grandes
locerías colombianas para acceder a pasta y esmalte óptimo y a buenos precios.
En todo este proceso, un empujón temprano
para la empresa naciente fue el pedido que les hicieron para fabricar unos
complementos de la vajilla Gourmet, donde Corona hacía las vajillas y Renacer
algunos juegos para mesa y demás.
Con el avance del negocio, los pedidos en
incremento y la credibilidad que estaba logrando este gestor de la cerámica,
mejoraron las condiciones laborales de sus empleados, la empresa y el espacio físico
como tal. De nuevo, la tradición ceramista se impulsa con fuerza al mismo
tiempo que se renueva y se habla de una identidad en El Carmen de Viboral.
Durante los últimos años en Renacer se ha
hecho una apuesta por la innovación. Es así como actualmente Hortensia,
Enredadera, Solitaria, Florelba tupida roja y Anturios hacen parte del catálogo
de pintas que se trazan sobre las piezas en bizcocho. Además, se cuenta con
nuevos productos cerámicos que incluyen botellas de agua, gallina para guardar los
huevos, condimenteros, regaderas, entre otros.
Renacer se ha mantenido por la insistencia de
su fundador, por la necedad de un ceramista que creyó ver más en este oficio,
que no se dejó amedrentar por el constante cierre de fábricas y talleres
familiares, ni por la idea generalizada de una tradición en decadencia. Su
familia no tuvo más remedio que apoyar e impulsar esta convicción, esas ganas
de permanecer en una historia que lo unía al barro, a la decoración de
vajillas, al oficio que vivió y le ensenó su padre.
Producción y redacción: Marisol Gómez Castaño
Producción y redacción: Marisol Gómez Castaño
Artículo para: www.ceramicasrenacer.com
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