jueves, 12 de noviembre de 2009

Un cuadro para el pintor (Ficción)

El extraño pintor de vidas modernas había salido a uno de los bares de la ciudad, donde podía conversar con cualquier universitaria y de inmediato, con un par de cuentos bien echados, llevársela a su pequeño apartamento lleno de pinturas, libros y botellas de vino… lo demás vendría después y no le costaría tanto.

Era igual cada semana, empezaba diciendo a la amante elegida que deseaba hacerle un desnudo, y entre vinos y poemas la posesión de cuerpos venía. Así había llevado su vida; al mismo tiempo que satisfacía su deseo pasional con alguna mujer, iniciaba un cuadro que luego de terminar llevaba a una sala de exposiciones.

Este día llegó el lujurioso pintor a uno de los bares que frecuentaba y, para su sorpresa, encontró una pintura exhibida que relacionó inmediatamente con su cuerpo, era su rostro visto de perfil y su espalda con los mismos lunares y la cicatriz en el hombro que lo acompañaba desde su infancia; sin duda alguna era un cuadro para él.

En la parte inferior de la pintura, aparecía una firma indescifrable y titulaba Una más. El pintor no supo qué hacer en ese instante, pero luego de unos minutos rompió su puesta en escena nocturna, fue a su apartamento y se embriagó en la soledad de sus pinturas. Con una copa de vino brindó por quien haya sido aquella mujer que se detuvo a observarlo y lo llevó hasta el lienzo.