miércoles, 7 de mayo de 2014

Tierra de Colores: reciclaje y vidas

“Nos duele la mendicidad, no nos gusta pedir para vivir. No hemos tenido las mejores oportunidades, pero las hemos buscado y hoy vivimos de lo que encontramos en las calles. Recogemos del piso nuestro sustento de vida.”
Rocío Hoyos, jefe de bodega de Tierra Color

Vivir la necesidad en carne propia, visionar una posibilidad de ingresos, echar a rodar las oportunidades y tratar de rescatar vidas humanas del frío y peligro de las calles, fue la secuencia de sucesos que dieron vida a Tierra Color.
Rubiela Botero, fundadora y actual gerente de esta Corporación de Servicios Ambientales, fue parte del sector financiero por más de 20 años, ocupó diferentes cargos y, por mérito, llegó a asumir la gerencia de uno de los bancos que mayor credibilidad tenía en El Santuario, Antioquia. Pasado el tiempo perdió su trabajo y en medio de la preocupación, la dificultad para aportar al sostenimiento de su hogar y el desespero por las deudas que crecían sin consideración, visualizó una posibilidad de sostenimiento y de generar cambios de vida en la creación colectiva de una corporación de reciclaje, puesto que no había una empresa encargada de recolectar este material en el municipio.
A su nuevo proyecto de vida convocó mendigos de las calles, niños que no iban a la escuela porque debían recoger botellas y papel, víctimas y desplazados por el conflicto armado colombiano, mujeres que se dedicaron en otros tiempos a la prostitución y comunidad LGTB que tenía dificultades para asegurar un puesto laboral en esta sociedad. La premisa era clara: “No tenemos que ser iguales para convivir y salir adelante. Aquí todos cabemos, reciclamos nuestras vidas también”.


Desde el 2007 mamá Rubiela, como le llaman algunos, encontró apoyo en un joven trabajador de la Empresa de Servicios Públicos: Faber Zuluaga (actual subsecretario de desarrollo social); ambos gozaban de reconocimiento en este pueblo antioqueño por lo que fue fácil que las empresas locales aceptaran que ellos manejaran su reciclaje, y la Administración Municipal detectó que se estaban generando cambios en la cotidianidad santuariana. Así, en el 2008 se consolidó con fuerza este proyecto ambiental que no ha parado de crecer y sorprender.
Los maestros en el reciclaje de Tierra Color fueron dos niños que se dedicaban a estas labores, Duber y Diego Gómez, quienes sabían todo acerca de la búsqueda, separación de material, reutilización, venta de reciclaje… Los pequeños enseñaron sus técnicas a un grupo de personas mayores y, más adelante, fueron apoyados en su proceso de escolarización junto a otros 17 niños, quienes pudieron culminar su bachillerato con éxito y buscar otras posibilidades de vida.
“Hablar de Tierra Color, en el municipio de El Santuario, es todo un acontecimiento. Inicialmente, la apuesta era reivindicar al reciclador en el imaginario de los santuarianos y se logró, ahora hay respeto, ya no les tiran el cartón desde un piso alto”, afirma doña Rubiela. Allí se han vinculado estudiantes de secundaria para realizar su alfabetización, entonces estos jóvenes reciclan en compañía de otros recicladores de oficio; además, en los barrios se ha promovido la adopción de un reciclador, a quien le entregan todo el material reutilizable del sector y lo tienen en cuenta en sus planes comunitarios.
Esta organización integra a 56 personas vinculadas indirectamente, que son quienes reciclan, a ellos se les enseña a leer, escribir, sumar, restar, multiplicar... se convoca también a sus familias generando espacios para actividades lúdicas, talleres artísticos y educación secundaria. Actualmente, Tierra Color cuenta con 21 asociados, y algunos de los hijos o nietos de ellos son beneficiados con becas de estudios universitarios, gracias a la gestión de esta corporación.
A Tierra Color se han acercado empresas de la región para incluirlos en proyectos productivos y en procesos de formación. Los beneficios obtenidos incluyen un espacio en comodato con la Administración Municipal de El Santuario, recursos de la Gobernación de Antioquia con los que han adecuado sus instalaciones, un vehículo que está pendiente de entregarles el Departamento para la Prosperidad Social, una alianza con la Corporación Autónoma Regional - Cornare en el manejo conjunto de residuos sólidos mediante el proyecto “Recuperando Sueños” y el proceso de industrialización del jabón con el que quieren generar entradas económicas más convincentes para la comunidad que integran.
Tierra Color, más que una corporación dedicada al manejo de material reutilizable, ha sido una muestra de cómo puede buscarse otra opción para sobrevivir. Allí se han generado vínculos, confianzas y oportunidades entre quienes han padecido la guerra, vivido la pobreza extrema y quienes son excluidos por sus elecciones personales. Ya no se trata de mirarse como víctimas o personas vulnerables, sino “héroes del medio ambiente”, seres humanos que conviven en sus diferencias y con su oficio aportan al progreso local.
“Nuestro aporte a la paz se da desde la inclusión, las oportunidades para las familias de nuestros recicladores, la convivencia que logramos todos los días y el trabajo para que sobrelleven sus tristezas por un pasado en el que perdieron familiares o vivieron episodios violentos. (…) Estoy convencida de que si la gente está con hambre no hay paz; si no tiene educación, con seguridad no hay paz; si no están reconciliados con ellos mismos, no hay paz. Nosotros lo que buscamos es una reconciliación consigo mismos y ese es el principal ingrediente”, afirma doña Rubiela.
Tierra Color le apuesta a la paz desde las oportunidades, la educación y la inclusión porque “la gente buena está en todas partes”. Los colores de esa familia que ellos han construido son tan diversos como quienes se acercan allí; cabe todo el colorido que tengan las vidas y la emoción que cada quien impregna en las cosas que hace. Doña Rubiela concluye diciendo: “Cuando hay comunicación y encuentro, hay respeto: hay colores”.

Redacción: Marisol Gómez Castaño
Artículo construido para: Corporación Prodepaz.

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